Hoy, los principales exponentes en la industria son los vehículos automáticos (AGV) y los vehículos autónomos (SDV).
Las aplicaciones de manejo y transporte de materiales presentan áreas de oportunidad para implementar sistemas automatizados que eleven la eficiencia del proceso sin incrementar su costo. En el mercado, ya podemos encontrar soluciones para resolver el crucigrama, ¿cómo hacer una correcta elección? entre los vehículos automáticos (AGV) y los vehículos autónomos (SDV).
El primero se trata de un equipo que trabaja de forma automática, es decir; se ejecuta una trayectoria predefinida la cual únicamente puede ser interrumpida por entradas de seguridad o de proceso, pero nunca alterada. Requiere de referencias fijas en el área y esto mismo lo limita en flexibilidad de cambios o ajustes.
Mientras, el segundo, (SGV) los vehículos autónomos; extraen por medio de sensores las características del medio en el que se encuentra y es capaz de planear la ruta que ejecutará y tomar decisiones en plena trayectoria para poder recalcular su camino, evadir obstáculos o detenerse por cuestiones de seguridad y proceso. Esta capacidad de adaptación nos invita a llamarlos también “robots móviles”. Si bien, su naturaleza les otorga flexibilidad, también se adquiere una complejidad mayor en la tecnología y eso conlleva un costo adicional.
Cada uno resuelve una necesidad diferente y la elección dista mucho de basarse únicamente en tecnología a usar, hay variables como tiempos de ciclo, tamaños de flota, pesos y dimensiones de carga, entre otros tantos que habrán de evaluarse. Sin duda, no es una tarea menor, y requiere en algunos casos, herramientas de simulación de procesos.